La lengua hunde sus raíces en lo más profundo de nuestro ser, por no hablar de la comunicación no verbal, y por tanto impregna todos y cada uno de nuestros rasgos; es racional, pero también emocional. Si alguna vez has visto el modelo de Jostein Gaarder sobre los Tipos de Inteligencias (es sólo un modelo, pero nos permite asimilar mejor la realidad) te darás cuenta que el aprendizaje de un idioma requiere de varias cualidades.
Lógico-matemática: Ortografía, gramática y sintaxis.
Naturalista: Para entender el marco cultural.
Kinestésica: Lenguaje no verbal.
Musical: Fonética
Interpersonal: Abrirse a comunicar.
Intrapersonal: Gestionar las barreras de aprendizaje.
Visual: Estructurar textos
Verbal y lingüística: Comunicar con lo que sabes.
De esta manera, aunque seas un superdotado en alguna de ellas, tienes otras carencias que te impiden mejorar. Es necesario cuidar de cada una de ellas. Por tanto, se puede decir que el aprendizaje de idiomas es el deporte 'mental' más completo.
Y una buenísima noticia que esto conlleva: es un crecimiento bidireccional. Significa que gracias a mejorar las capacidades, se mejora la lengua, y gracias a mejorar la lengua, se mejoran las capacidades.
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